He reseteado mi mente,
y mi intelecto.
Orden de mi corazón;
ante la expectativa
de que puedas llegar, Amor.
¿O será que ya estás aquí,
infiltrando mi inocente corazón?
Mientras yo, distraído
en cosas menores,
embelesado por mis cinco sentidos,
no me percaté que estas a mi lado,
hasta que mi ego malicioso
tuvo pataletas de niño malcriado.
Tu voz, dorada sirena,
en este llamado sin fronteras,
fue:
Irresistible y abrumadora,
espiritual y esperanzadora;
carnal y material,
apresurada y fugaz;
serena y de paz,
armoniosa y bendita;
egocéntrica y vanidosa,
sospechosa y manipuladora,
generosa e inocente,
permanente y dadivosa.
Mi corazón reza
por una senda de luz,
quiere acelerar a mil,
ignorar barreras,
bañarse en soles
de aguas benditas,
conocer la cuna
de nebulosas espigadas,
y alcanzar todo
lo que mi ánfora de conciencia
pueda conocer con tu llegada.
Angel Miguel