CUANDO LA NOCHE SE ACABA
A esta hora en que la vida nocturna
sencillamente pierde fuelle y se agota,
es cuando despiertan los primeros síntomas
de la actividad diurna, del cotidiano ajetreo,
cuando algunos madrugadores ya han salido
y se han puesto a discurrir en solitario,
en aislamiento absoluto, por calles, plazas
o han cruzado por el puente al otro lado,
sin miedo a tropezarse en lo oscuro, son
como expertos marinos que navegan
por una superficie tenebrosa,
son los primeros indicios,
los paseantes sin sueño, de la aglomeración
que vendrá luego, de la actividad y la fortaleza
más febril de la mañana.
También acude a su cita
con la nocturnidad la patrulla,
que da la vuelta al monumento, a la rotonda:
lejos parece de ser un momento
dramático cuando la noche se acaba.
Gaspar Jover Polo