JUSTO ALDÚ

SONETO A LA SOLEDAD (Rima imperfecta)

Soledad, vieja dueña de mi estancia,

te sientas junto al fuego de mi herida

y giras, silenciosa, en cada vida

que vaga entre naufragios y distancia.

 

Eres un faro gris en la constancia,

la voz que cruza intacta la caída;

un tiempo sin reloj, sin despedida,

que pule mis aristas con templanza.

 

A veces tempestad, a veces calma,

entras sin llamar y rozando el alma

con dedos de ceniza y de ternura.

 

Y aunque tu sombra pese y me desguarne,

sé que sin ti mi espíritu no aprende

el arte de crecer desde la hondura.

 

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