¿Cuántas veces tus pétalos se abren
y caen en la noche como lágrimas de luna?
Dime al oído tu respuesta.
Dímelo ahora,
acariciando el tímpano de mis oídos atentos.
Dímelo en voz baja
para que tu presencia se quede en mi boca
y, como un sello,
guarde mis palabras en su aroma.
Dímelo antes de que la mañana
cierre sus párpados húmedos
y, en declive,
todo lo que ande se detenga
en la hora quieta de este día.