Somos adictos a este amor, no me dejas dormir, leo cien veces tus poesías que guardo en mi celular, y busco el significado de cada palabra, que dejas en tu poesía, y no! no hay diccionario que de su contenido, por eso mi alma se desmorona, porque no mido el alcance, que tienen cada palabra que corrompe y sana mi corazón, con tus dichos, salmos, ruegos, letanías tan sublimes, que me roban la paz y la calma, quiero volar a tu lecho y responder a tus caricias y a tus alegorías, trasfiguraciones, sueños, rosarios de letras, que me obligan a amarte más de lo que ya te amo, me parto en dos, para tenerte en mi mente, y hacer mi vida normal, me pierdo en tus sueños, y me hago adicta a tus adicciones, me cobijo con tus versos, para no sentir el frío de tu ausencia, me embriago con tus canciones, para no enloquecer, ya me hiciste eterna en tus ojos, ya eres mi deseo diario, como el pan y el café, que a diario desayuno, tu amor, es mi dosis diaria, tus palabras, me inyectan vida, me motivan a levantarme para buscar el consuelo de tus letras, que llegan como una flecha directo a mi corazón, me condenas a este silencio, que me mata y me resucita, con la esperanza de un día estar juntos, juntar nuestras adiciones, pecados, ofensas, morir y resucitar juntos, con la absolución de los pecados de amarnos, hemos derrotado gigantes, océanos, tiempos, distancias y silencios que me mataron, cada vez que te ibas de mí, yo he sufrido más que tú, pero quiero que sepas que ahora soy recompensada a tantas noches de llanto y oraciones por ti, tontamente siempre pensé que me amabas y no me equivoqué, ni yo me iba y ni tú te ibas, desde el principio era plan de Dios, que estuviéramos juntos, y esta adición nos va a mantener juntos, el resto de tú vida y de mí vida. te amo! mucho más de lo que piensas, si hoy muero me llevo la dicha de saber que me amas, como siempre lo pensé. Amor, te amo! y te voy amar el resto de mi vida y de tu vida!
Alicia Pérez Hernández… México
No es la pluma la que escribe, es el alma
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¡MALDITA SEAS!
No importa dónde esté; la maldita necesidad me persigue.
Es la adicción a querer algo que jamás será mío.
Me has vuelto adicto al nerviosismo.
Cada vez que te veo, la vida se para y mi mente se inunda.
Mi corazón se comprime hasta el punto de la asfixia.
Desde ese día, mi existencia está saturada por ti.
Tu presencia me obliga a escribir un diccionario de palabras que no existen,
porque ninguna frase alcanza a expresar esto que siento.
Y aunque intente alejarme, regreso.
No eres mi cura: eres mi ponzoña.
Y me declaro adicto a tu dosis.
Autor: Álvaro s.