John David

Perro con P Mayúscula

Le di la espalda a dios,
sí, al dios de Abraham, al dios de José,
al dios del pan y del vino.

Pero, en el fondo, lo sabía bien:
le estaba dando la espalda, en realidad,
a mi madre, a mi padre
y, en especial, a mi remoto abuelo español.

En gran parte también le di la espalda a la línea recta,
a la estabilidad,
a la certeza,
al dogma.

Y ahora soy un perro callejero,
extraviado,
encontrando consuelo en la caricia extraña,
en el pedacito de pan viejo dado por la compasión.

Arropado en la miseria,
en el vaivén de lo fortuito,
debo confesar
que amo la arquitectura de la realidad de la que mamo.

Y ahora soy Perro, con P mayúscula:
insoluble,
inconquistable…