Andrés se despidió
con una sonrisa y un abrazo.
¿Quién diría que no la volvería a ver?
Cumplió su promesa,
y a los 25 fue su perecer.
Lo que nadie sabe,
y es un secreto,
es que ese día Andrés
caminó con los ojos llenos de luz
y, con una sonrisa inquieta,
desapareció en el horizonte
junto al sol.