¡MALDITA SEAS!
No importa dónde esté; la maldita necesidad me persigue.
Es la adicción a querer algo que jamás será mío.
Me has vuelto adicto al nerviosismo.
Cada vez que te veo, la vida se para y mi mente se inunda.
Mi corazón se comprime hasta el punto de la asfixia.
Desde ese día, mi existencia está saturada por ti.
Tu presencia me obliga a escribir un diccionario de palabras que no existen,
porque ninguna frase alcanza a expresar esto que siento.
Y aunque intente alejarme, regreso.
No eres mi cura: eres mi ponzoña.
Y me declaro adicto a tu dosis.
Autor: Álvaro s.