Inspirarse, cantar con fe encendida,
decir al mundo lo que el alma siente,
ver de la luna su brillar fulgente
con regios halos, de belleza henchida.
Sentir del viento su rumor que anida
de los delirios el deseo ardiente;
y ver del río que su gran corriente
lleva en sus aguas de esperanzas vida.
Mirar doncellas de febril mirada,
beber de ensueños embriagante vino;
llevar el alma de ilusión bordada,
siendo canario que con dulce trino
ofrece siempre su mejor tonada:
¡Eso es vivir, del mundo lo divino!
Autor: Aníbal Rodríguez.