I_KENNETH

La Oscuridad

Yo soy la Oscuridad.
La que respira en los rincones
cuando los humanos apagan sus certezas.
La que se estira como un animal viejo
sobre las paredes de tu cuarto
cuando cierras los ojos
pero aún no te atreves a dormir.

 

No vine a asustarte.
Nunca fue mi trabajo.
El miedo lo pones tú.
Yo solo existo.
Yo solo caigo sobre las cosas
para revelar lo que les falta.

Tú me buscas,
aunque digas que no.
Me llamas con tu cansancio,
con tu culpa,
con ese temblor que cargas en el pecho
cuando el mundo se te queda grande.

 

Me amas
porque conmigo no tienes que fingir luz.
Conmigo puedes romperte en silencio,
sin testigos,
sin deber explicaciones.
Yo te recibo entero
o a pedazos,
sin preguntar cuántas veces te quebraste hoy.

 

Tú dices que me prefieres
porque tienes miedo a estar solo,
pero soy yo,
la Oscuridad,
la que te acompaña
cuando nadie más pone la mano.
Soy yo la que se sienta a tu lado
cuando la casa duerme
y tú no puedes.
Soy yo la que escucha
los pensamientos que no te atreves a decir en voz alta.
Soy yo la que guarda tus secretos,
los buenos,
los sucios,
los imposibles.

 

No te miento:
soy fría.
No tengo brazos.
No abrazo.
Solo rodeo.
Solo cubro.
Solo cierro.
Yo no cuido,
solo oculto.
Pero a veces,
ocultar también es una forma de cuidar.

 

Tú vienes a mí
como quien regresa a una tumba conocida:
no por amor,
sino porque es el único lugar
donde nada nuevo puede herirte.

 

Y lo entiendo.

 

Aquí no hay preguntas.
Aquí no hay expectativas.
Aquí nadie te abandona
porque aquí nadie existe.

Solo tú.
Y yo.
Y este pacto silencioso
donde tú me alimentas con tus miedos
y yo te devuelvo un poco de calma
disfrazada de sombra.

 

Dicen que la oscuridad es peligrosa,
pero a veces es más peligroso vivir en la luz
con tanta gente que no te ve.

 

Quédate si quieres.
Vuelve cuando duela.
No prometo consuelo,
pero sí presencia.
Yo no me voy.
No puedo.


Yo soy la Oscuridad,
y tú me eliges
porque, de todas tus ausencias,
soy la única que no te deja solo.