Autor:Darío Daniel Lugo
Donde el tiempo deja de latir
y la oscuridad respira más hondo que la luz,
donde mi reflejo se diluye
como lluvia que nunca toca el mar,
allí nacen las preguntas
que nadie responde,
y el infinito se sienta a mi lado
sin decir palabra.
Uno puede huir del mundo,
pero no de lo que lleva dentro.
La realidad no se aleja:
te sigue, te nombra, te espera.
Hoy me quedo frente al muelle.
El lago, inmenso en su propio silencio,
rompe en mí palabras profundas
que caen como gotas al vacío.
Mis silencios — esos que nadie oye —
se vuelven brisa
y dialogan con el viento.
Los árboles hablan sin voz,
pero sostienen la vida
que tantos pasan por alto.
Y aquí, en esta paz inexacta,
recuerdo mi sitio en el universo,
pequeño y eterno a la vez.
El éxito…
solo llega cuando uno se atreve
a ser exactamente quien es,
a decir lo que siente
sin cubrir lo que piensa.
Ahí es donde empieza la verdadera luz,
aunque nazca desde la sombra.
Quien muere puede desaparecer,
pero sus palabras —
sus verdaderas palabras —
son las que sobreviven,
leales a la oscuridad
de donde fueron escritas.
“No se puede comprender lo que no puede comprender.
No hay luz más allá que la oscuridad.”
— Darío Daniel Lugo