Tocarte es ascender al cielo,
una dicha que me arropa y transforma.
Tu contacto revive mi existencia,
devolviéndole, de golpe, todo su propósito.
La ausencia es la mismísima condena;
una agonía que me consume, un vivir aletargado.
Ahora solo tus recuerdos me sostienen,
y el cofre de la memoria, a la vez, se vuelve mi más dulce tortura.