La ciencia va poniéndole los cuernos
a todas las creencias de utopías
en manos de filántropos modernos,
quiméricos de inanes fantasías.
Sumisos y solemnes subalternos
filósofos que cuentan con dos días
de proliferación en sus cuadernos
dictados a las órdenes de usías.
Los mitos recibieron el bautizo
del pueblo que decreta el visto bueno
para trazar un puente levadizo
que va de la razón al desenfreno.
Un genio de ocasión advenedizo,
hermano de un vecino del noveno,
comparte medio gen con el mellizo
de un primo que estudió para galeno.
La pléyade lo engulle de un bocado
sin masticar las letras del mensaje,
y basta con mirar hacia otro lado.
Lavados de cerebros con masaje,
balnearios con spa y un reservado
para los más proclives al chantaje.