Gregorio Samsa me invitó a salir
con todo y su aspecto de insecto,
cucaracha gigante, repulsiva.
Lo acepté porque no me dejo llevar
por convencionalismos, mucho menos
dimensionalidades, crisis Sheldon
u otros tipos de histeria.
Juntos miramos una película japonesa
un animé de esos buenos,
políticamente incorrectos,
pero de una estética cálida,
transferencial.
Empezamos relacionándonos con
nosotros mismos, nuestro metalenguaje,
nuestras formas de pensamiento,
nuestros estilos de vida,
nuestra última dieta mediterránea.
Vimos que teníamos mucho en común:
él con su cuerpo de insecto;
yo con mis combadas formas de mujer madura.
No he vivido mucho para nada,
Gregorio ha agradecido con tacto
mis silencios, la luz de la luna,
y la tibieza del agua termal.
Seremos amigos a pesar de todo
consultaremos nuestras runas,
el oráculo de los Ángeles
incluso el Tarot de Marsella.
Nos invitaremos un buen café
Italiano, cappuccino,
con visado de fantasmas
hadas, duendes y elfos.
Bailaremos K-pop
destacándonos por no saber coreano,
victimizándonos pomposamente
con laringitis, sin prisas,
sin resquemores ni agendas ocultas.
La próxima vez que salgamos
lo llevaré a la ópera
o al Teatro Negro de Praga,
al Cirque du Soleil o a las sombras chinescas,
en cualquier caso nos divertiremos
reiremos hasta que nos duela la panza
y la asimetría alma-cuerpo
se haga tan corta que no nos estorbe.
OLLIN
03/12/2025