Carolina Ugas Pazos

Cantiga de la posverdad

Gregorio Samsa me invitó a salir

con todo y su aspecto de insecto,

cucaracha gigante, repulsiva.

 

Lo acepté porque no me dejo llevar

por convencionalismos, mucho menos

dimensionalidades, crisis Sheldon

u otros tipos de histeria.

 

Juntos miramos una película japonesa

un animé de esos buenos,

políticamente incorrectos,

pero de una estética cálida,

transferencial.

 

Empezamos relacionándonos con

nosotros mismos, nuestro metalenguaje,

nuestras formas de pensamiento,

nuestros estilos de vida,

nuestra última dieta mediterránea.

 

Vimos que teníamos mucho en común:

él con su cuerpo de insecto;

yo con mis combadas formas de mujer madura.

 

No he vivido mucho para nada,

Gregorio ha agradecido con tacto

mis silencios, la luz de la luna,

y la tibieza del agua termal.

 

Seremos amigos a pesar de todo

consultaremos nuestras runas,

el oráculo de los Ángeles

incluso el Tarot de Marsella.

 

Nos invitaremos un buen café

Italiano, cappuccino,

con visado de fantasmas

hadas, duendes y elfos.

 

Bailaremos K-pop

destacándonos por no saber coreano,

victimizándonos pomposamente

con laringitis, sin prisas,

sin resquemores ni agendas ocultas.

 

La próxima vez que salgamos

lo llevaré a la ópera

o al Teatro Negro de Praga,

al Cirque du Soleil o a las sombras chinescas,

en cualquier caso nos divertiremos

reiremos hasta que nos duela la panza

y la asimetría alma-cuerpo

se haga tan corta que no nos estorbe.

 

OLLIN

03/12/2025