Que alguien encienda la luz, en ésta habitación oscura, cuando explotan las estrellas, se oye el llanto de la luna.
Ha vuelto la oscuridad, después de aquel show de luces, hoy el cielo está nublado, y el mal clima me seduce.
Murió la luz de mi conciencia, tragada por la razón, soy tan solo un cuerpo blanco, con figura de cartón.
Tengo una rosa en mis manos, de finos pétalos negros, con gruesas espinas grises, que buscan al ser perfecto.
Que alguien dé un poco de luz, a la sombra en mi interior, que purifiquen mi alma, que salven mi corazón.
El espejo se rompió, sus vidrios penetran mi piel, devuelvan la luz del sol, perdída en mi amanecer.
No poseo reflejo, quizás realmente no existo, la oscuridad de mis acciones, dejó sin luz mi paraíso.
Que alguien me prenda la luz, que mis ojos están ciegos, el mundo es una gran mentira, que se destruye en silencio.
Y como duele el destierro, porque es oscuro el olvido, los recuerdos son tan claros, que remontan al exilio.
La luz comienza a doler, te ocultas en la oscuridad, se van rompiendo las cadenas, que te atan a la sociedad.
Yo canto por las noches, y callo durante el día, me va matando lentamente, la hipocresía de la vida.
Que alguien encienda la luz, mi alma se ha vuelto gris, la oscuridad es la droga, que me conduce a mi fin.
Me arrastra mi propia sombra, a las tinieblas sin luz, que alguien encienda las luces, que en el oscuro estás tú.