¿Por qué tu rostro
se cuela en los gestos de otros?
Si te fuiste, ¿por qué sigues
ensuciándome los recuerdos?
¿Será que aún te extraño
o solo me jode admitirlo?
La vida te puso en mi camino… ¿para qué?
Quiero mirar a alguien
sin que tu sombra me muerda por detrás.
Quiero algo nuevo,
no las cenizas frías
de lo que dejaste tirado.
Pero a veces, sin querer,
te busco en miradas que no merecen
tu comparación,
como si el corazón fuera idiota
y creyera que el amor se repite.
Y no: solo encuentro sobras,
pedazos rotos,
rastros inútiles
de lo que ya no existe.
Quizá por eso cuesta soltar:
porque tu manera de quedarte
no necesita tu presencia,
solo las cicatrices que dejaste.
Pero ya basta.
No quiero tu copia en nadie,
no quiero tu fantasma metido
en la piel de otras personas,
no quiero seguir escuchando
tu puta resonancia.
Quiero un alma que no huela a ti,
un camino sin tus huellas,
una presencia que no cargue tus fallas,
un comienzo que no tenga que barrer tu polvo.
Quiero mirar a alguien
y verlo de verdad,
sin comparaciones,
sin malditos fantasmas,
sin tu voz colándose en la suya.
Quiero algo nuevo,
algo que hable mi idioma
sin pronunciar tu nombre
—ni por error.