Romger Glez

Aquella tu voz extranjera

El destierro que conjugaron tus labios
me volcó extranjero de tus besos,
un sonámbulo de la noche calma,
un mendigo infértil de ti,
de tu nombre que me sabe a ceniza.

Para sobrevivirme
arropaste el odio de tu historia
bajo mi vientre;
para sobrevivirte
sigo tergiversando, día con día,
la estrategia.

He hecho ofrenda
cada parpadeo cansado,
cada retumbar del alma expuesta,
cada bocanada hermética
por sentir el trazo
de aquella tu voz extranjera.