Mientras el motor de la curiosidad
y la incansable búsqueda de conocimiento
siguen intactos,
como la roca ante las embestidas del bravo mar.
La eterna incógnita persiste:
por mucho que se intente,
permanece imposible de descifrar.
Nadie que haya partido
ha venido a contarnos
qué hay más allá.
¿Entonces, si de polvo estelar soy
y a polvo estelar regreso...?
¿Está la evolución humana intrínsecamente ligada
al universo que la contiene?
¿Es este universo un organismo vivo,
consciente de sí mismo
y capaz de pensar?
Algo que, por mucho que se quiera,
es y siempre será
imposible de descifrar.
¡Y así debe ser!
De lo contrario,
¿este juego tendría sentido?
¿No es esa eterna incógnita
la lógica perfecta
y el mayor de los sentidos?
Sin ella,
¿tendría la vida
su lógica y razón de ser?
Y mientras el motor de la curiosidad
y la incansable búsqueda de conocimiento
siguen intactos,
como la roca ante las embestidas del bravo mar.
Entre luces y sombras,
de lo que hay o no más allá:
Aún sin saber nada del inmenso universo que es mi pequeño cerebro,
¿qué sabré yo, cuando ya no esté,
de la vida que sigue?
¡Si el amor es eterno!