Próspero en mi inhóspito rostro me destiendo
ante vosotros los intrépidos de este tiempo
al llover que no me oís pero ahora insisto
porque torpe tropecé otra vez al laberinto.
Me emociono yo en silencio sin ver lo que es tan obvio
y único en mi templo intento hacerlo todo
aunque pese el sentimiento que hay intenso de abandono.
La verdad yace enrejada y consecuencia es guillotina
con su mezcla de mierda, hiel e inquina
que nos ladra sin quien diga siquiera una palabra,
todavía por la vida que cruzamos los humanos
nuestra balanza si se inclina hacia algún lado.
Su mirada guarda un astro que no quema
si lo abrazas además del mundo onírico
cual se mece cuando brilla indescriptible.