¿Quién asoló los pastos del poema?
¿Quién convirtió la música en frontera?
Hubo un tiempo en que el verso era pradera
y la voz florecía sin dilema.
Mas llegó la tormenta negra y plena
la palabra tembló, perdida y fiera
se volvió arenal seco, sin bandera
como un eco olvidado en su anatema.
Fue el miedo.
Fue el silencio.
Fue el cansancio.
La vida desgastando lo sagrado
la duda devorando el entusiasmo.
Y ahora, sobre el campo desolado
el poeta camina en su fracaso
buscando el fuego antiguo… apagado.
¿Quién devastó los pastos del poema?
El que calla por miedo al terremoto.
El que piensa que escribir ya no es devoto.
El que cuida su voz… como blasfema.
Fue el tiempo, maestro del dilema
el que devora el canto poco a poco
el que apaga la flor con su sofoco
el que exige razón donde hay poema.
Pero también fue el mundo, su ruido
sus prisas, sus pantallas encendidas
sus sueños negociados, su latido.
Y fue el hombre:
sus guerras no vencidas
su orgullo, su dolor endurecido
su herida convertida en despedida.