Ícaro

Soneto III

Os levanté un altar en mi poesía,

plagado de rosas y azucenas.

Nido de ruiseñores. Dorada colmena,

en el que moraba mi triste fantasía.

 

En él di vida a versos en la lozanía

del ayer, esperando mi alma serena

poder librarse de las cadenas 

de vuestra ida, fuente de agonías.

 

Mas con todo, vuestro altar sigue en pie,

quizás marchito, triste o ausente,

mas os espera por si queréis volver.

 

Sé que para vos no es suficiente,

mas lo siento. Nada más pude hacer.

Aunque lo intenté desesperadamente.