Se ordenan las siete sombras,
cumpliendo una fiel promesa,
siete que duras condenan,
cada una a ti me regresa.
Una montaña temible,
es mi ego cuando se eleva,
al exponerte a mi lado,
sombra altiva que me acecha.
Otra, el fuego que alimenta
codicia que me atraviesa,
por aumentar mi deseo
fiel mi mente lo confiesa.
Por no beber de tus hieles,
tormenta que azota fiera,
en los mares de este pecho,
en ausencia que me inquieta.
La cuarta y quinta aparecen.
Una es pasión, pura entrega.
Otra que intenta saciarme,
el cuerpo y la mente enreda.
En pensamientos, absorta,
surge anhelosa la sexta
por querer ser dulce brisa
que al alma roza y sosiega
En la cuenta, por algo última,
es la calma que se espesa,
manteniendo los recuerdos,
ansias hondas, cruel me aqueja.
Reconoce al fin las sombras,
de siete formas me apenan,
ni la muerte fría absuelve,
cuando por ti es mi condena.
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