Yo conozco un valle
donde un corderillo,
juguetón retoza
sobre pastos verdes
y entre alegres trinos.
Yo conozco un sueño.
Conozco el silbar
del pastor amigo,
que al cordero llama
para que retorne
sobre el buen camino.
Yo tuve un deseo.
Quise ser el hombre
que gozó aquel sitio
en el prado verde
llamando con silbo
al blanco cordero
mansueto y amigo.