Brisas en peregrinaje raudo.
Altitudes alabadas
no convierten
el corazón del todo.
Fogatas en lechos
dejaran de arder.
Y si me quedo,
seré nada.
Dríades nortes
moldearon.
Esculpí, en gracia,
a mi propia gramática.
Aparezco en los sonetos
de hombres caídos,
evangelio unido al del Nazareno.
Ascensión:
hizo mezclarme
en el flote
con las almas.
Exquisito,
tragedia esconde:
padecer para humildes floras.
Y vivo desde entonces:
del sufrir,
del amor,
de la tranquilidad.
Tejan lo que abrigará.
El destí del nou.