Aquellas sombras vagan distantes en mi alma inconsciente,
la luz vuelve a cerrarse en la hora fantasma,
árboles caídos en medio del camino,
pájaros quemados en rituales pueblerinos...
Jugar como un niño en el paraíso de los inocentes...
Desprenderse de la realidad del sueño y seguir esas luces encadenadas...
Disfrazar a la muerte de tiempo y sentir a la muerte morir en cada suspiro...
Olvido de recordar al yo momentáneo...
Siempre un mirar,
un mirar de otras vidas que se mueven invisibles,
ahondar en una soledad lejana...
Volverse ajeno de la soledad frente a otra soledad igual de pura...
Verse adentro de otro espejo en el que el reflejo es expulsado y devorado al instante...
Extendiendo las manos hacia el horizonte veo todo lo que se fue,
pero no es lo que sueño aquello que deseo,
almas desposeídas de toda virtud de ser alma son llevadas hacia allá,
hacia el rebaño del pastor,
pero no es aquello que veo en sueños lo que revela la constelación total de un alma...
Entre las horas vacías ansío algo que no sé...
Frágiles hojas en silencio que son al transformarse....
Figuras y signos de un mañana abierto y abismal...
Entre las horas vacía el alma ya no quiere ser más alma...
Portales abiertos en el abismo, círculo oscuro y cerrado visto desde arriba, aguas puras que arrastran rostros, memorias, nombres, paisajes, ilusiones, sueños, palabras, silencios, secretos, almas de cartón, cuerpos de ataúd...
Criaturas simbólicas de un tiempo abandonado...
Infinidad de dioses vagan adentro del pequeño dios...
Sueños metafísicos desbordados de extraña lucidez irreal...
El rostro del ser solitario nubla el sentido de los sentidos y los ideales de perfección moral...
Y mientras avanza el universo quiero soñar en mi sueño y estar...
En la invisibilidad de mis sentidos extrañamente nuevos...
Cruzando las distancias del alma la aurora espera en silencio...
Lejano de toda memoria del tiempo ahora sólo quiero ser nada...