Carlos Eduardo Antoine

Fragmento de una carta

Y he llegado flotando entre hierbas a este cielo
donde mi horizonte sueña de otro horizonte.
donde la maravilla es vecina del asombro, y en lo profundo bajo las algas se cuela un tiempo sin  orden y sin desorden, las horas vienen, las horas van.
La trama íntima de mi barco me lleva lejos, vamos al mar detrás de la mar y más allá de tu corazón.
Bebo la savia del agua y me embriago de ti. Te busco siempre y si te hallo  muero.
Látigo de lluvia, brillo de vida bajo mi nave.
Sustantivos  resucitados y vestidos de adjetivos transparentes, se añaden a esta loca carrera. 
Volcán dormido que te esconde, tú mi verbo de fuego, mi pasaje hacia otro mundo o quizás el intervalo entre dos ramas del sortilegio encantador de mi ciega  pasión. 
Navego  suavemente en el invisible producto del corazón.
Tejo sueños, tejo un nido protector de mi alma tu reflejo.
Tus raíces subterráneas son la más feliz condición de mi existencia, tierno gigante sin significante, untaste mi corazón con la miel de la demencia
P Sabag

 

Eres al que más quiero, pero somos la imagen el uno del otro. Es como si yo quisiera fusionarme con mi reflejo en el espejo, absurdo. Quizás exista un camino desconocido, que gravite y entrelace nuestros espíritus en uno sólo; no hay que perder las esperanzas; así es la vida.

Mi sueño es simple, irrealizable, porque significa volver el tiempo a los minutos previos al accidente y desde ahí seguir hacia adelante. Esta vida no permite el retorno. Mi esperanza es quedar medianamente sana como para enfrentar la vida por mi sola. Ahora si nuestros corazones están hechos el uno para el otro no tengo dudas que de esa avecilla que formamos parte emprenderá vuelo.

Sin embargo, no seas un Romeo, ni te formes falsas ilusiones que me he dado cuenta que la vida es un laberinto muy intrincado para algunos, entre las que me cuento.