Carlos Baldelomar

Oxidación

Hoy es lunes.

Ya hace unos cuantos meses

que las chicharras han callado,

aunque, si lo pienso mejor,

sus silencios habitan aquí

desde hace algunos años.

 

Es inevitable

equivocarse:

pues son las ninfas las

que insisten y revientan

en la nostalgia

de ese último abril.

 

Anoche, todavía

me vi plácido en aquellas

bancas de la universidad,

bajo la ceiba frondosa.

Es quizá la razón

por la que me recuerdo

entre el bullicio

inolvidable de esos días.

 

Donde era un asunto sencillo

a pesar de todo,

evocarte bonito sin lamentos;

con la luz clara y limpia

con la que se presenta

siempre la mañana.

 

Y digo “era”

porque cada día estoy más

convencido

de que el óxido

que llevan los segundos

tiende a hacer lo suyo:

corroe

la vida,

la inocencia,

y hasta los buenos recuerdos.

 

Porque, de pronto, ya

tu imagen lejana

no la veo

tan nítida

 

ni tan pura

como lo era

en aquel entonces.