Hace unos años visité la cueva de Altamira, en la provincia española de Cantabria, cueva famosa por las pinturas de unos bisontes; cuando estuve allí, de pie, y frente a aquellas pinturas aparte de impresionarme por lo que estaba observando me pregunté: ¿ quiénes lo hicieron estaban dejando algún mensaje para el futuro, hoy? ¿es lógico hacernos, hoy, esta pregunta porque qué querrían decirnos? Hoy, y al respecto, podemos pensar y pensamos que aquella gente pintaban muy bien, pero del futuro, el futuro que tenía que llegar, no tenían ni idea. Una de las preguntas que siempre me hago cuando sé y/o me entero de estas pinturas es ¿por qué las hacían, para qué y qué querrían mostrar? En la cueva de Blombos, Sudáfrica, apareció una piedra, de apariencia insignificante, pero que en la cual habían gravadas nueve líneas cruzadas formando no uno sino varios triángulos: ¿qué eran – porque hasta la fecha nadie ha sabido descifrarlas -, montañas de la zona?, a leer sobre esta grabación lo que más me sorprendió fue que este gravado tiene una antigüedad de 73.000 años ¿quién o quiénes hace tantos años dibujó este gravado, por qué y qué querría decir para el futuro, hoy?. Ante esta situación, ante este hecho, digo que ya nos gustaría a nosotros, los humanos de hoy de la época de la tecnología avanzada y de la IA tener tan solo la imaginación primero y la capacidad después de dejar algún mensaje así, o parecido, para la sociedad humana no de ya 73.000 años sino para dentro de tan solo 500 años,
Hoy se constata que los mensajes al futuro se han puesto muy de moda – el escritor y periodista Javier Sampedro escribió recientemente un artículo acerca de este tema, interesante en sus argumentos – fue un artículo que tenía que ver con la dificultad de mantener y preservar los contenidos de internet, lo que ya algunos dicen que podría ser la llamada Máquina del Tiempo del futuro. Si aquellos trogloditas, digo yo, fueron capaces de dejar sus ideas y pensamientos en forma de grabados que muchos de ellos aún no han sido interpretados, ¿cómo vamos a lograr nosotros, hoy, que nadie sepa en un futuro cercano, 500 años, si resulta que ya hay millones de artículos científicos, y que además han sido revisados concienzudamente, que no están guardados en ninguna base de datos y que utilizan las personas autorizadas para ello, quiero decir: científicos y profesores de universidades. Si hace más de treinta años supe por un profesor de una universidad de Bélgica que en un futuro, ya pronto, las asignaturas de Historia y Filosofía iban a desaparecer de los institutos, hoy ya se sabe que han desaparecido en los últimos 25 años 174 revistas serias y profesionales de acceso libre; organismos y revistas serias como Forbes, Scientific y otras más están alarmadas por este hecho.
En este estado de hechos pensar que los actuales sistemas electrónicos son más seguros y estables que los viejos documentos, libros antiguos en universidades de siglos atrás e incluso los papiros egipcios es un error: aquel día en la cueva de Altamira pude ver y comprobar algo que alguien hace miles de años dejó allí para que nosotros hoy pensáramos en ellos; hoy yo no tengo garantía de que dentro de 500 años nadie sepa nada de nosotros hoy.