Querida Mamá:
Tu vientre no me sirvió de nido,
acurrucado dentro de ti, mi desilusión.
El crimen también llega a este paraíso,
y se vuelve letal para mi, tu desamor...
Me convertiste en un retoño con mirada de olvido,
y la luna sonriente, soprano de voz cálida
no canta para mi las estrofas de mi himno,
del arrorró que nunca endulzará cuando la noche caiga.
No volaré en una cometa por cielos infinitos
ni respiraré el aroma de una flor,
nunca veré una mariposa, ni un pájaro con su trino.
No me dejarás nacer, no tendrás ese valor...
¿Por qué Mamá? ¡¡Por qué!! ¿Por qué este castigo?
Yo venía con un mensaje de Dios en mis brazos,
y mis manitas son pequeñas, pero están llenas de mimos,
de mimos para vos, mientras me estrechas en abrazos...
Necesito tu calor...
No tu decisión que me prohiba estar vivo
Necesito de vos...
Para no ser una rosa apartada de su racimo
Sin ti seré un poema que quedará en el olvido
Seré mariposa sin alas desechada al viento
¡Ya tengo un alma! ¡Ya me la dado Diosito!
Ya es tarde para volver en el tiempo...
Pero un pinchazo en mí (cuerpo de potencial niño)
me avisa que tu decisión fue irreversible.
Y me lavas con sangre en este cruel bautismo
¡Lo lograste! Tu “trabajito” fue invencible
para este pobre ser, que ni el pecado original había cometido...