Donde el horizonte se disuelve entre bruma y ceniza,
el corazón se quiebra en mil fragmentos al descubrir que lo cierto también puede arder.
Más allá del fuego y de la sombra iluminada,
del olor antiguo de la tierra,
de la montaña que llama y estalla y cuando el alma no soporta su propio latido.
Allí estoy yo.
En ese territorio oculto,
suspendido,
pensando que sin ti no soy nada,
pero contigo lo soy todo; porque no existe un “más allá” posible si no estás tú para nombrarlo.
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Rafael Blanco López
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