Carlos Baldelomar

ENEMIGO ÍNTIMO

Era inevitable darme cuenta

que este corazón mío

no tiene vocación de quererme.

 

Yo, que esquivé con tanto esmero

la paternidad y sus abismos,

conozco ahora su rebeldía:

esa manía de ordenarme el caos

y desaparecer, 

por supuesto

cuando uno más lo necesita.

 

Y así, una vez más,

me ha saboteado

la poca calma que tenía.

 

Y aquí estamos,

en casa sufriendo todos,

soportándonos en la mesa,

fingiéndonos apenas

un poco de respeto.

 

Pero qué le vamos a hacer:

lo perdono,

quizás es mi culpa,

o del abandono

qué él no entiende

y aunque duela, y joda,

lleva mi sangre,

el muy bastardo.