Podrás teñir mi sangre de un negruzco
matiz, podrás hacerlo.
Podrás marchar en fúnebre amapola
sobre bordes del orbe.
Al fin, en mí, lo puedes todo. Y ¿sabes?
Podrás en mi reflejo
mirarte dócil, y dejarme solo...
Y oír la voz de Dios
quebrantando mis aguas otoñales.
¡Pero... la pena es mía!
Derechos reservados de autor
John Morales Arriola