Un día partiré sobre una nave
desprovisto de todo.
Desnudo de ilusiones.
Con los brazos abiertos a lo ignoto
en un mar que me lleve a los confines
de un lugar misterioso.
Rememoro mi andar en una playa
cuando el sol se caía en mil pedazos
y la dorada arena
se adhería bajo mis pies descalzos.
Contemplé una humilde ola que venía
y lamía mis pies con sus espumas,
para después perderse
cuando había cumplido su aventura.
Comprendí que la vida es semejante
a los ciclos que rigen las mareas.
Venimos de prestado.
Vivimos impacientes,
y hacemos los deberes de mal grado
hasta endosar el traje de la muerte.