He despertado con la lengua llena de ausencias, una gota de sangre en cada palabra no dicha.
Tu nombre -ese recuerdo de humo-
sigue latiendo bajo mi lengua. Me habita,
como el musgo al la madera de mi barco náufrago, como el miedo a la oscuridad en mi mente angustiada.
Yo, que aprendí a cargar el silencio como si fuera un cuerpo enfermo, ahora escribo con la urgencia de los que ya saben que deben partir.
Hay noches en que la memoria es un puñal envuelto en rosas. Y yo -como Verlaine- enumero tus huellas, como si al susurrar tu nombre me devolvieras los huesos que me faltan.
Amarte fue como aprender a morir
sin aire en la habitación.
Pero aún te espero,
con la misma fe inútil
con la que mi madre esperaba su regreso el lunes o la lluvia o un milagro.
Yo era un cuerpo que soñaba, ahora soy una barco buscando una costura para volver.
Paul Dix