Viendo celosa, tu sensual sonrisa;
fúlgidos rayos nos regala aurora;
y de tus ojos, su mirada esquiva,
tenerla quiere la gentil paloma.
La esbelta palma, tu figura envidia,
cuando contempla tus divinas formas;
y piensa siempre que quizá podría,
ser de tu estampa, la perfecta copia.
Mas nunca olvides que fulgor se apaga,
mientras tu encanto por el mundo cruzas;
y que del cielo su esplendor escapa
cuando el invierno sus estrellas nubla;
¡y que belleza se convierte en nada
cuando del tiempo, su reloj la cubra!
Autor: Aníbal Rodríguez