Volvió a la calle
de siempre.
El aire tenía un olor a
tardes idas.
Los rostros eran otros.
Solo una hoja en la acera,
parecía saludarla.
Lo buscó sin querer,
así como se buscan
las palabras.
Y al doblar la esquina
entendió, que hay regresos
que no devuelven nada.
L.G.