De la oscuridad más helada nace la luz más hermosa y cálida.
De joven, durante mis —o nuestros— andares de viajero, siempre busqué la LUZ.
La encontré y me relajé en los lugares más aventajados por la luz;
no solamente la solar, también la social.
Los lugares de esta tierra que tienen luz suelen ser lugares populares
y con fuerte atractivo social.
Pero ahora creo que la vida, o el destino,
tiene sus mecanismos para equilibrar
las situaciones individuales de cada ser viviente
en esta tierra o en esta vida “temporal” espiritual.
El AMOR que me llegó, pasado el primer tercio de mi vida,
me hizo conducir, volar, asentarme y experimentar
uno de los inviernos más fríos y oscuros de mi existencia.
Entiendo a los pintores representativos del tercer cuarto del siglo XIX
y principios del siglo XX, como John Atkinson Grimshaw,
o los pasajes nocturnos de Piet Mondrian,
cuando apenas se comenzaba a experimentar
con los primeros inventos de iluminación urbana,
utilizando queroseno como combustible,
cuando los luxes eran bajos por las noches,
pero aquella poca iluminación ya permitía la vida nocturna.
Ahora me identifico con las representaciones artísticas
del noruego Edvard Munch;
y la vida continúa sorprendiéndome,
porque me guío por el AMOR,
y el AMOR como motivo no falla.
La naturaleza nos lo dice con los crustáceos.
Aun en el invierno más oscuro
encuentro interiores —
y personas—
entre las más refinadas e iluminadas
que haya percibido o conocido.
En la oscuridad más densa
se encuentra la luz más hermosa.
En este frío invierno, sombreado y desaventajado
por su ubicación latitudinal,
en este entorno helado
encuentro las batallas más febriles
entre el bien y el mal.
Las personas iluminadas irradian su desarrollo,
mientras que los monstruos
y discapacitados emocionales, físicos y mentales
interactúan en sentido opuesto.
La luz y la oscuridad son magnéticamente necesarias
para mantener el orden y la vida
en el mecanismo social;
y esto es, nuevamente, un reflejo
—no por redundar— NATURAL
de las estaciones climáticas: invierno versus verano.
¡Lo evidente no es lo evidente!
En el comparativo urbano
de mi experiencia cognitiva, sensorial y señorial,
continúo iluminándome con los destellos de riqueza cultural
y de vivacidad que existen en el medio oculto,
en un medio ahora virtual,
al que se accede y se entiende lentamente.
En esta oscuridad también
me he encontrado con un primer y verdadero
enfrentamiento serio con la salud;
sin embargo, mi motivo:
EL AMOR
me mantiene vivo y activo,
curioso y descubriendo experiencias
de los contrastes más radicales
y de maravillosos destellos
que existen en este mundo.
Y eso que aún no experimento la Aurora Borealis.
¡Nunca hay que rendirse!
Nunca hay que rendirse;
y, de encontrarse en una situación extrema,
hay que confiar en el instinto
y siempre, SIEMPRE,
elegir la LUZ.