EN UNA PRIMERA FASE
Si en una primera fase elimináramos
por innecesarios los chalés o segundas residencias,
es claro que los bancales y bancaletes se librarían
de un peso artificial, de una porción de materia
inerte, brillante a veces, fosforescente incluso,
que en ocasiones daña la vista.
Y, al poco, volverían a crecer las matas
rastreas, los arbustos, y, sin ton ni son, volvería la hierba,
con sus conejos, sus liebres, y al final del proceso,
también con sus gatos monteses y sus flamencos,
revivirían los antiguos olmos de las orillas
y no haría falta asfaltar los caminos,
ni cometer la imprudencia de levantar un muro
alrededor, un muro pequeño o una valla metálica
porque a nadie se le ocurriría asaltar
una propiedad improductiva, una vacía parcela.
Y gracias a esto, el campo se extendería,
de manera automática, por la superficie blanda,
por todas partes de tierra
y pienso que aflorarían, con ímpetu silvestre
y con renovado brío, las especies,
y que se dejarían ir durante una temporada.
Gaspar Jover Polo