Noelia Beteta

Por favor, quédate

Por favor, quédate
Rogué que te quedaras.
Te pedí un instante, solo uno,
en el que mi alma dejara de crujir.

“Por favor, quédate”, susurré,
mientras esperaba despertar
de esta pesadilla sin forma.

“Por favor, quédate”, repetí,
pero tus ojos pasaron sobre mí
con una indiferencia que me volvió diminuta.
Y cuando volví a mirar… ya no estabas.

“Por favor, quédate”, le dije al aire,
y fue él quien me abrazó
como una madre que consuela sin rostro.
El suelo recogió mis rodillas,
y bebió mis lágrimas
como si ese dolor le perteneciera.

A veces solo me salva el olvido:
ese instante fugaz donde puedo reír,
fingir que nada pesa,
o llorar sin miedo mientras el mundo se diluye.

Y aun así…
por favor, quédate.