No creo en la navidad de lucecitas y adornos banales
que alumbran lo exterior del hombre y no su corazón...
Creo en la Navidad que alumbra con su luz mis males
y me invita a recibir la salvación.
No creo en la navidad de la fiesta y el jolgorio,
donde se olvida lo que realmente hay que celebrar.
Creo en la Navidad humilde, del Amor meritorio
que me invita a descubrir lo que realmente hay que amar.
No creo en la navidad de los regalos materiales
que se quedan envueltos en una noche de pasión.
Creo en la Navidad del regalo de mi Padre,
aquel regalo que me regresa la vida como don.
No creo en la navidad de las cenas sustanciosas,
donde se bota el alimento, y no se por qué...
Creo en la Navidad que me habla de las cosas
que el cielo estrellado me viene a ofrecer.
No creo en la navidad donde los hombres se emborrachan
y surge la violencia y nace la maldad...
Creo en la Navidad donde los hombres cantan
poemas y canciones llenos de paz.
No creo en la navidad y no la celebro humanamente.
No creo en la navidad que me aleja de la luz...
Creo en la Navidad para celebrarla con mi gente,
aquella que sí celebra la primera llegada de Jesús