Cerraba sus ojos la tarde
tan blancos sus dientes brillaban
dormidas sus cejas cerraban
aquellos vestigios de alarde
que la noche por fin te guarde.
Más por fin se asomo la luna
para dar su luz a la noche
alumbrar calles sin derroche
hermosa noche, cual ninguna
que mirarla es una fortuna.
Aprovechar tu suave manto
tan negro, como su cabello
tan largo que brotan destellos
suspiros parecen un canto
tú sabes, no soy ningún santo.
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Dr. Salvador Santoyo Sánchez
3/12/2025