Qué te digo…
Lamento no haber sido sincero
y lamento haberte perdido.
Tu voz es el eco de mis pensamientos,
tus recuerdos, mi tormento.
En la cálida brisa te siento,
como si aún estuvieras…
pero no son más que sombras.
Sufro por dentro más de lo que muestro.
Ignoro lo que siento,
pero cada día se vuelve más intenso;
es difícil hablar
lo que el corazón quiere callar.
Perdón si un día hice llorar esos ojos
que iluminaban mis días,
esa voz cuya melodía
encendía mi alma perdida.
No me arrepiento de lo que fui
ni de lo que siento;
mi amor por ti siempre fue real.
Aun así,
gracias por los momentos compartidos.
Que el destino nos mire con ternura
y nos permita seguir nuestros caminos.
No dejes que nadie apague tu luz.