Los ojos tristes
Las manos afligidas
El pecho yerto
Los pies exhaustos
Las luces de los autos
El claxon férreo del tranvía
Alguna vez fui feliz
Y no recuerdo cómo
Pierdo los días
Aplazo obligaciones
Siempre el mañana fue secuaz
Hoy es tormentoso
Me río fuerte
Para dejar de escuchar mis reproches
Y olvidar por completo la muerte
Que no temo, pero tampoco espero
Hay sensaciones diarias
La semana pasada
Bajó dios y me dijo:
“Tengo una vida atada en la garganta”.