Ederemo

El renglón torcido que Dios olvidó

Aquí yace un eremita, no nace del mal sino del descuido,

hijo de incuriosas manos con mil inventos corroídos.

Negué su existir por rechazo a tamaña crueldad,

no escuché más que mi burla por tal ingenuidad.

 

Aquí yace una línea de ontología abúlica,

una gramática nudosa y psicología rústica,

con lengua laboriosa, mas expresión rútila;

melancolía de moza e intenciones púdicas.

 

Aquí está mi ego donde el abandono anidó,

con palabras infectadas que el tiempo oxidó,

sin marejada por la cita que la muerte acordó,

aquí está el renglón torcido que Dios olvidó.