A.S.P

Invisibles

Invisibles

Son marginados.

Mirados con crueldad.

Examinados de pies a cabeza por ojos fríos,

miradas que cortan, que desprecian,

como si su existencia estorbara.

 

Se sostienen solo con esperanzas,

esperanzas frágiles, rotas,

pero que siguen ahí, aunque tiemblen.

Aguantan la lluvia, el hambre,

la desgracia repetida,

todo eso “por un futuro mejor”,

aunque a veces ni crean en él.

 

Luchan con una sombra invisible,

una que pesa más que ellos.

Una que nadie ve,

pero que los aplasta igual.

La sociedad los burla,

los apunta con el dedo

como si fueran bichos raros,

como si respirar ya fuera culpa.

 

Y no hay tanta diferencia entre el que apunta

y el que es señalado.

Solo un origen. Solo un lugar. Solo un azar.

 

Se sientan en los rincones,

con la espalda doblada,

los pies heridos,

el alma todavía más.

 

Y desde su mundo de dolor,

ven a la sociedad desde lejos,

con sus problemas elegantes,

con sus quejas limpias.

Ellos, en cambio,

solo piensan dónde reposar sus anhelos,

cómo callar ese rugido que duele,

no solo del estómago,

sino en los sueños que no se cumplen.

 

Una dignidad que se agota

con cada mirada repulsiva,

con cada juicio mudo.

Son delincuentes sin delito,

culpables solo de existir.

 

Y ahí están,

con la luna como única testigo,

acurrucados en la oscuridad,

esperando que al menos ella

les regale un poco de luz.