Oh torrezno, fabuloso.
¡De caliente, estás de muerte!
Yo babeo por morderte
con ese aspecto pringoso.
Es como un sueño morboso
ese momento de suerte
en que vienen a ofrecerte
el tocino apetitoso.
Crujiente cuando refrito
junto a una buena morcilla
te roba el corazoncito.
Y junto a tal maravilla
que me sirvan un vinito
¡Si es posible de Montilla!
Luego un dorado pestiño
con un café bien caliente
y una copa de aguardiente
¡Y a dormir igual que un niño!
Que me arropen con cariño
y que alguien quede pendiente,
porque cuando estoy yacente
me comporto como un niño.
¡Ay qué barriga tan llena!
Que estómago tan pesado
después de esta buena cena.
Yo nunca hubiera pensado
que sin ver mi boca llena
mi gula, haberla saciado.