Llorando la oxitocina esmaltada de pectina,
en busca de su ángulo recto iba quejoso,
cuando el tetraedro, viendo pupila asesina
que duplicaba de cigüeñal lo gris bulboso.
Fricción, amplitud, entona, y se avecina,
con los argumentos abiertos, cautelosos,
de curar los cartílagos del cohete cirroso;
que es trombosis, de instante, terca la bobina.
Se volvió aeróbica las voces de la gravedad,
fichando y mirando al motociclismo alado;
miró airosa la golpeada del pugilista amado.
Se ruboriza el abeto, y aún más de bondad,
que de su artificio quedó a rato abarquillado;
fue a buscar a su nicotina su añorada salvedad.
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Ivette Mendoza Fajardo
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