Cosas que nunca os he dicho...

Las cosas más pequeñas...

En ciertos momentos,

las cosas más pequeñas crecen sin darte cuenta.

Una palabra dicha al azar puede quedarse en la garganta y luego ocupar toda la habitación.

 

Un gesto minúsculo,

puede hincharse hasta llenar el silencio,

y parecer tan definitivo que pueda cambiar el mundo.

 

Incluso los recuerdos se moldean y se funden,

se deslizan bajo la piel, sutiles pero implacables,

mostrándote, sin palabras,

que lo más pequeño lleva escondido un poder imposible de medir.

 

Te sorprendes al notar como hasta el aire está impregnado de posibilidades.

 

Y entonces, entiendes que no hace falta un seísmo para que algo se desplace dentro de ti.

 

De vez en cuando, basta una vibración mínima,

una sensación apenas perceptible,

para que todo lo que dabas por cierto se incline un poco y revele un resquicio por donde empieza a entrar otra luz.

 

Porque lo pequeño no avisa, se cuela,

respira contigo, te cambia el ritmo,

te afina el pulso sin pedir permiso.

 

Y cuando por fin lo reconoces,

cuando te das cuenta de que ese detalle que ignoraste ahora sostiene el día entero,

te preguntas cuántas veces más lo diminuto volverá a salvarte,

o a desordenarlo todo,

para que puedas volver a empezar.