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La franja de los imposibles

Siempre viviendo en el limbo del casi y del todo;
una paradoja interminable que se repite, constante.

Siempre a punto de tocarnos,
siempre a punto de arder,
y sin embargo, siempre en el borde exacto
de la duda.

Nuestra historia es un vaivén de casis,
una constelación de momentos que se encienden
y se apagan,
como si el universo insistiera en recordarnos
que lo nuestro vive en la franja
donde los imposibles coquetean con los milagros.

A veces parece destino.
Otras, el mundo entero se empeña
en levantar muros.

Y aun así,
eres mi certeza más incierta,
mi contradicción favorita.

Nunca pasa todo,
pero siempre pasa algo.

Cuanto más cerca,
más lejos parecemos.
En segundos recorremos tanto…
a veces arriba, otras abajo,
pero siempre a la distancia justa
para querer un poco más.

Somos la tensión suspendida antes de un beso,
el juego de miradas que nos desarma,
el silencio cargado de todo lo que callamos,
el tacto de mis manos en tu espalda,
leyendo cada reacción,
cada suspiro.

Mis manos se sienten presas
entre las cuatro paredes de tu espalda,
ansiando huir de esa cárcel,
perderse en cada curva,
seguir el contorno que aún desconozco
y las pistas que te delatan.

Cada roce es un impulso,
cada suspiro una señal.
Un mapa que mis manos saben leer
y que me recuerda, siempre,
que contigo
lo imposible deja de serlo.