Sierdi

EN EL APRISCO

 

Soy la oveja perdida, realmente, la oveja perdida.

No la triste, la apesadumbrada, tampoco la descarriada.

Si fuera tu preferida, me llamarías; mi predilecta.

Soy de las tantas ovejas, que tropezaste, y no buscabas.

 

Satán vestido de lobo cruel, me correteó a su dintel.

Lo engarcé en un picacho, y quedó como cucaracho.