Soy la oveja perdida, realmente, la oveja perdida.
No la triste, la apesadumbrada, tampoco la descarriada.
Si fuera tu preferida, me llamarías; mi predilecta.
Soy de las tantas ovejas, que tropezaste, y no buscabas.
Satán vestido de lobo cruel, me correteó a su dintel.
Lo engarcé en un picacho, y quedó como cucaracho.